Actividad física adaptada para la osteoporosis.
La osteoporosis es una patología frecuente en mujeres con menopausia. Esta se traduce por una reducción de la masa ósea, sufriendo una fragilidad en los huesos excesiva y un riesgo de fractura elevado. La actividad física adaptada ocupa un lugar preferente en el tratamiento de esta patología.
La actividad física es esencial para la salud de los huesos. Además, reduce los riesgos de caídas al mejorar la fuerza muscular, la flexibilidad, el equilibrio y la coordinación.
Contrariamente a ciertas ideas recibidas, no es incompatible con la osteoporosis. Sin embargo, para obtener los beneficios esperados y limitar las consecuencias relacionadas con esta patología, debe estar adaptada a las capacidades y a la forma física de cada persona que desea practicarla. Para una práctica más segura, se recomienda consultar con el médico, intentando evaluar la importancia de la pérdida de hueso y los riesgos de fracturas.
La elección del ejercicio debe priorizar el desarrollo de la masa ósea de las zonas de mayor riesgo, tales como la cadera o el cuello del fémur.
Como los pies y las piernas sostienen el peso del cuerpo, se trata, de subir escaleras, caminar o bailar. Este tipo de actividades pueden incluir estiramientos con bandas elásticas o ejercicios con pesas o aparatos de musculación.
Las actividades que mejoran el equilibrio y la coordinación, como recorridas de equilibrio o tai-chi permiten hacer frente a situaciones que provocan caídas y pueden terminar en fractura.
Las actividades que mejoran la postura, para el tronco y los miembros superiores son: la natación o el aquagym permiten limitar la reducción de la cintura y las curvaturas de la espalda.
Si la actividad física es poco o medianamente intensa, como caminar, puede ejercitarse a diario en sesiones de 30 minutos a 1 hora. Para una actividad de intensidad mayor, como la natación o el aquagym, se recomienda practicar sesiones de 30 minutos, de 2 a 3 veces por semana, permitiendo una mejor recuperación muscular y articular.
Sin embargo, hay que estar alertas frente a ciertos tipos de ejercicios como los deportes de combate, puesto que conllevan torsiones y saltos, añadiendo una presión suplementaria a la columna vertebral. Igualmente, los ejercicios de invierno, equitación, aumentan el riesgo de caídas y se deben evitar.
Sin duda alguna, nos ayuda a sentirnos mejor en muchos otros sentidos.